Anhelando voy cayendo a la ciudad color rubí, allí logra invitarme envolviéndome en un perfil al ser encerrado. Pero escucha mi voz… no es una mentira. Hasta tu puedes ver el campo de batalla. Cualquiera oculta su aliento ingresando a la oscuridad. el ajetreo es siempre la arena que protege la fragilidad de las personas. Se acerca el sonido de los indeseables, y sus últimos pasos, cae una blanca lluvia.
Si la sinceridad fuera un pecado entonces te adore profundamente, pero ahora, con esta mano cierro la cortina. Se ríen los pequeños almendrados ojos sin saber su destinación. Comienza a enrojecerse la Luna entre el paisaje, tragándose la espina poseída.
Hasta yo puedo ver el contorno la ropa en forma de voz esperando el momento en ser cubierta de maleza, imitando al amor. De las manos sujetadas caen fluyendo manchones de tinta, se encomienda al control, deteniendo los latidos. Aunque la verdadera consolación todo lo destruya, no puedo ver la conclusión.
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