domingo, 10 de febrero de 2013

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Ladera

Nuestro destino es como esta rosa, al separarse los pétalos han  ido desapareciendo  Fue casualidad que nos conociéramos mientas descansabas de tu caminar. Dentro de un amplio mar de arboles, tu voz al cantar escucho, y desde la grieta de las nubes cae una gota de lluvia que parece una lagrima de desesperanza. 

Las armas y la armadura para el bien de vivir honradamente son la luz para recuperar el mañana, aquel día estaba fluyendo en la ciudad un canto que hoy también oigo. Esparciéndose en el camino, las hojas de la nueva estación, aun amo en el destino.

 En el distante limite del cielo lejano tinta con orgullo el color del arcoiris, a los camaradas que he vuelto a encontrar, enseño la respuesta que muchos continúan buscando, el origen de los lazos inquebrantables.
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