En un tiempo distante, en este alineado deseo, un Mesías de la resistencia esboza nuestro plano, se olvida del dolor del mundo y dibuja con su filo un firmamento azul usando el viento, con devoción al rezo. Cielo, Tierra, que resuene la voz del Sol.
En las noches siento estrellas en mis manos, brillo estelar que me abraza haciendo que explote y despierte mi fuerza. Aun si el camino se encuentra rodeado de densa niebla el viento se levanta, el dolor es ese regalo de hacernos fuertes. Yace en su alma una rajadura perpetua destinada a sellar ese poder prohibido. Pues,el toma conocimiento de que esa fuerza, honorable lo convierte en dueño de todo. No hay poder humano que resista su divinidad, pero ha sido un hecho sellar ese poder. Podría hacer grandes cosas, pero así mismo terribles.
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